Probablemente no haya ningún ámbito de la medicina en el que el adagio 'los niños no son adultos pequeños y los bebés no son niños pequeños' sea más aplicable que en el traumatismo craneoencefálico. Las peculiaridades anatómicas, fisiológicas y de desarrollo diferencian a este grupo de edad de los adultos. A diferencia de las víctimas adultas de traumatismos craneales, en las que la maduración del cerebro y sus cubiertas se ha detenido prácticamente por completo, los traumatismos del sistema nervioso de los niños afectan a un órgano en proceso de maduración y adquisición de nueva información. La epidemiología y las secuelas de los traumatismos craneales en los niños difieren en varios aspectos importantes de las de los adultos y, por lo tanto, merecen una consideración aparte.